Todos sabemos que la luz de propaga en línea recta (figura 1), pero en la realidad, cuando un rayo choca con el borde de un objeto opaco bien definido, se produce en este punto de contacto un segundo frente de ondas circular que interactúa con el anterior y produce una serie de interferencias que dan lugar a un área de penumbra (figura 2). Este fenómeno es bien conocido durante los eclipses de sol, en donde la aparición de la zona de penumbra sobre la superficie terrestre, casi puede achacarse exclusivamente a la difracción, debido a la ausencia de una atmósfera lunar que provoque refracciones.
De igual forma, tanto el arco iris, como el extraño fenómeno
nuboso de los arcos blancos secundarios o círculos de Ulloa, se basan
en fenómenos de interferencia y difracción entre las microdispersiones
producidas al incidir la luz sobre las gotitas del vapor de agua en suspensión.